Crónica del Huerto Escolar: 9ª semana

Crónica semanal sobre los trabajos en el huerto escolar del Aula Apícola.

Novena semana: 12 de Marzo

Bueno, era de esperar. Aún sin querer reconocerlo, estábamos seguros de que cualquier día nuestros gazapillos nos iban a jugar una mala pasada. Y así fue. Cuando llegamos al huerto esta mañana, lo primero que vimos fue que las lechugas que habíamos plantado la semana anterior ya no estaban. En principio supusimos que algún desaprensivo nos había gastado una broma de mal gusto. Pero, luego, al acercarnos, vimos que  las lechugas sí estaban allí, pero lo que les faltaban eran las hojas.

-Fueron los conejos pequeños –dijimos a la vez.

Una tras otra habían sido decapitadas y lo único que habían dejado eran los troncos. A lo largo del surco, parecían soldados sin cabeza alineados en una trinchera o pequeñas orugas que intentaban salir de la tierra.

A pesar del disgusto, no tuvimos más remedio que echarnos a reír. En realidad, la culpa había sido nuestra. ¿A quién se le ocurre plantar lechugas al lado de una conejera llena de gazapos, sin haberla cerrado adecuadamente con alguna tela de malla fina? Fuimos demasiado confiados. Pero entonces se nos vino a la cabeza el refrán aquel que dice: “Ido el conejo, me das el consejo”. Siempre suele uno ver las cosas con mayor claridad, después de una experiencia desagradable. De todos modos, tampoco la cosa era para tanto. Plantar otras, y asunto concluido.

Esto nos distrajo de lo que veníamos a hacer. Hoy nos tocaba sementar las patatas en el bancal número 5, que ya teníamos predispuesto. La tierra se encontraba en perfectas condiciones, tanto el grado de humedad como la asimilación de los nutrientes. Nos parece que era el momento adecuado. El cielo dirá.

Sementando patatas en el huerto del Aula Apícola

Sementando patatas

Posteriormente, sementamos semilleros en contenedores, que luego colocamos dentro del invernadero: pimientos, tomates y calabacines. Ah, y caléndulas. Queremos que nuestro huerto también tenga unas pinceladas de colorido.

Como tarea final, le dimos una buena riega a lo que habíamos plantado y sementado las semanas anteriores. Estaba todo muy necesitado. Hay que reconocer que el terreno de Hoyo es bastante arenoso y absorbe el agua muy pronto. Es algo que vamos aprendiendo con la experiencia.

Nos queda la tarea de aislar convenientemente la conejera… Como anécdota, a uno de nuestros gazapos no fuimos capaces de poder encerrarlo y se nos ha quedado por el monte. Tomando a broma su deseo de permanecer salvaje, coincidimos en llamarle “Silvestre”. Así lo reconoceremos en lo sucesivo.

Para la próxima semana os contaremos qué ha sido de él…

José Núñez López

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