Crónica del Huerto Escolar: 6ª semana

Crónica semanal sobre los trabajos en el huerto escolar del Aula Apícola.

Sexta Semana: 20 de febrero.

Por fin, febrero nos ha dado un respiro. Desde primeras horas de la mañana abrió de par en par las ventanas al sol, tal vez dándonos a entender que ya estaba cansado de incordiarnos con sus cambios de humor. Hoy nos daba una tregua, bendito sea. A las diez y media estábamos en el huerto cargados con las plantas y semillas que habíamos comprado la semana pasada. Pedro y Rayón también parecieron alegrarse con nuestra presencia.

La tierra de los bancales se encontraba relativamente enjuta, salvo la que se hallaba al resguardo de los durmientes, que todavía conservaba restos de helada. Sin embargo, al cabo de una hora, el sol ya se había encargado de licuarla. El estiércol que le habíamos incorporado anteriormente hacía que en conjunto se mantuviera esponjada y amorosa al tacto. Decimos al tacto, porque la tierra es como la piel de un ser humano: el agricultor debe palparla para comprobar si devuelve caricias o esquiva nuestro contacto. Sólo así nos demostrará si se encuentra en buen tempero.

Sin más preámbulos, nos pusimos a la tarea. En el bancal número 1, plantamos cebolletas y sementamos rabanitos de dos clases diferentes. Nos quedan pendientes la siembra de espinacas y la plantación de cebollas seruendas.

En el bancal número 2, hemos plantado coles, cebolletas y lechugas. Con esta labor, tenemos totalmente completo este bancal. Sin embargo, aunque parece que todo está terminado, nos quedan a lo largo de la primavera los trabajos de mantenimiento, que no son menores: mullido, escardado, riego, etc. Vamos, lo que sucede con un coche, por ejemplo.

En el bancal número 4, el de las aromáticas, completamos los pies que se habían  perdido o, más bien, que habían devorado los conejos. A decir verdad, hemos de reconocer que los pobres también tienen derecho a su parcela, para eso se pasan el día a la expectativa… Ah, bien, al mismo tiempo que reponíamos las faltas, le incorporamos a éstas y a las demás una porción de abono suficiente. Suponemos que nos lo agradecerán cuando llegue el mes de abril.

En un rinconcito, al lado de las aromáticas como le corresponde, sembramos el perejil. Hacerlo en otro lugar, sería una especie de menosprecio, y creemos que no se lo merece… ¿Qué buen chef es capaz de prescindir del aroma del perejil en su cocina?

Hasta la próxima semana, si continuáis con nosotros.

José Núñez López

Huerto escolar del Aula Apícola Sierra de Hoyo

Trabajando en el bancal nº 2

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