Crónica del huerto escolar: 5ª semana

Crónica semanal sobre los trabajos en el huerto escolar del Aula Apícola.

14 de Febrero de 2.014

Tal vez hayamos oído lamentarse a nuestros abuelos de que “el labrador siempre está llorando, o por duro o  por blando”. Nos parecería que se quejaban de vicio. Nada de eso. Los agricultores, entonces más que ahora, vivían con un ojo en la tierra y otro en el cielo. Y, si tenían la desgracia de topar con un mes de febrero tan voluble como éste, sus quejas no dejaban de tener justificación.

Si seguís nuestra web, sabréis que tenemos los cinco bancales de nuestro huerto dispuestos para sementar y plantar. Pero, a decir verdad, esta semana apenas hemos llevado a cabo labor que valiera la pena, pues, igual que a nuestros abuelos, también nos ha tocado llorar, aunque, más por blando que por duro, ciertamente. ¡Pobrecillos, cuantos febreros como éste habrán tenido que soportar…!

Por lo que a nosotros toca, gracias que aprovechamos la semana pasada para sementar las habas y los ajos. Al menos es una labor que nos quitamos de encima… Ah, por cierto, ayer cuando subimos a la finca, comprobamos que nuestros ajos estaban asomando ya sus primeras hojitas entre la nieve, como si fueran pequeñas orugas o las cabezas de unas lombrices verdes. A juzgar por lo que hemos visto, creemos que se cumplirá aquello de que “por marzo tres hojitas tendrá el ajo”.

El huerto escolar del Aula Apícola Sierra de Hoyo, nevado.

Hoy ha amanecido con una lluvia menuda y persistente, que hacía desaconsejable andar hurgando en la tierra. Pero en un huerto nunca faltan tareas. Nos fuimos al vivero en el que solemos abastecernos para nuestro huerto. Nos gusta éste  porque lo tienen todo muy ordenado y localizas rápidamente lo que necesitas. Hemos comprado: coles, cebollas y plantas aromáticas para reponer algunas que faltaban, como romero, lavanda y tomillo. De esta manera, teniéndolas a mano, en cuanto el mal tiempo se despiste lo más mínimo, procederemos a plantarlas.

Bueno, aprovechamos también el viaje para traer pienso para Pedro y Rayón. Cuando salíamos con el coche, nos miraban por encima de la cerca y parecían decirnos: “Eh, chicos, acordaros de nosotros”. Y claro que nos acordamos, no fuera a suceder aquello de que “acabose la paja y murió el burro que la tronzaba”.

Oh, ya se nos olvidaba. Hemos descubierto que nuestra coneja madre no tiene sólo dos, sino cinco gazapillos. Debió de coincidir que los había sacado a todos al recreo…

Hasta la próxima semana, si os apetece.»

José Núñez López

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