Hablar de abejas y polinización, no es sólo hablar de la consecuencia del trabajo de las primeras sobre la segunda, sino es hablar de una relación de intercambio entre los insectos y las plantas. El mecanismo mediante el cual las llamadas plantas labiadas, tales como salvia ó romero, son polinizadas por las abejas, constituye un bonito y curioso ejemplo de colaboración o adaptación mutua (y hay teorías que dicen que incluso coevolución) entre las abejas y algunas de las flores que polinizan.
Todo parte de la existencia de un interés mutuo entre ambos agentes:
La flor, en este caso la de las plantas labiadas, ofrece a su huésped un líquido azucarado (néctar) que éste necesita para elaborar la miel.
A cambio, la flor es fecundada al transportar la abeja que la visita, sobre su cuerpo y enganchado en los pelillos que lo recubren, el polen recogido en una visita anterior a otras flores de la misma especie, y haciéndolo llegar al estigma de la flor.
En el caso de la flor de plantas labiadas como la salvia, la lavanda o el romero, la propia flor constituye un ingenioso mecanismo que, a modo de trampa, “fuerza” a aquellas abejas que quieran libar de sus nectarios a cubrir su cuerpo con polen, que en sucesivas visitas a otras flores de la misma planta irá siendo esparcido entre ellas, produciendo su fecundación y, en consecuencia, iniciando la cadena de producción de semillas.
Abejas y polinización : el caso de la salvia
El ingenioso mecanismo, explicado en la siguiente viñeta sacada de la revista El Cárabo (un clásico para los amantes de la naturaleza en nuestro país), consiste básicamente en una plataforma sobre la que se debe posar la abeja para acceder al cáliz de la flor. Cuando la abeja se posa sobre esa plataforma e intenta acceder al néctar, los estambres de la flor golpean el cuerpo de la abeja, cubriéndolo de granos de polen que quedan enganchados en los pelos que lo recubren.
De este modo, cuando la abeja abandona la flor para volar a otra, se ha cumplido una doble misión; la abeja lleva en su buche el néctar que la flor le ha ofrecido, y al mismo tiempo transporta sobre su cuerpo el polen de la flor, produciéndose de este modo la llamada polinización cruzada.
Es importante destacar que la abeja melífera es sin duda el mayor polinizador que existe en la naturaleza. Ello, es debido a que se trata de una de las sociedades más organizadas del reino animal, que vive en colonias compuestas por numerosísimos individuos, y con un alto grado de especialización y efectividad en su trabajo como polinizador.
Valeria
Muy bueno ! por favor otros ejemplos de plantas coevolucionadas.