Relatos sobre abejas y polinización (II)

Continuamos con los relatos de José Núñez sobre el tema de las abejas y la polinización. Este, es el segundo.

Abejas y polinización: “El agricultor arrepentido”

Desde que había quemado el enjambre del hueco del viejo cerezo, el agricultor necio veía pasar los años sin que sus árboles compensaran los esfuerzos y los numerosos trabajos que su cuidado le exigía. Lamentaba un día sí y el otro también lo que había hecho quemando el enjambre del tronco del viejo cerezo. Cada primavera, sus árboles se cubrían de flores, pero, llegado el verano, apenas recogía algunas canastas de cerezas.

Cavilaba día y noche de qué manera podría poner remedio a tan gran desastre. Tenía reparos en acudir al sabio colmenero que vivía en la montaña, pues no había olvidado la reprimenda de la que había sido objeto. Pero una mañana, desesperado y venciendo su vergüenza, tomó la decisión de acudir a pedirle consejo. Llegado ante él, le dijo:

– Oh buen hombre, desde el día que quemé las abejas del hueco del viejo cerezo, jamás he obtenido buenas cosechas –exclamó el arrepentido agricultor.

– Naturalmente, sois la víctima de vuestra propia ignorancia y necedad.

– Ahora lo sé, señor, por mi propia experiencia –se lamentó aquél.

– Recuerda que –dijo el sabio-, en aquella ocasión ya te amonesté por tu acción imprudente.

– Bien que lo recuerdo, señor, pero ¿qué me aconsejáis que debo hacer para evitar la esterilidad de mis cerezos? –exclamó impaciente el agricultor.

El anciano sabio de la montaña, tras unos instantes de reflexión, le miró tranquilamente a los ojos y le dijo:

– Escucha: yo podría instalar en tu huerto una de mis colmenas y, de este modo, mis abejas revoloteando sobre las flores de tus árboles, transportarán el polen de unas a otras y las harán fértiles. Es lo que se llama polinización. Seguramente que tus cerezos comenzarán a producir buenas cosechas.

El agricultor quedó mirándolo, pero dudando de tanta generosidad, le preguntó:

– Y ¿tú qué me exigirías a cambio?

– Aunque no lo creas, no serías tú, sino mis abejas las que me pagarán por ti. A partir de entonces, tus cerezos comenzarán a producir magníficas cosechas, tú me entregarás un tercio de las cerezas que recojas cada año y yo hasta podría darte un cuenco de miel de mi propia colmena.

abejas y polinizaciónEl agricultor quedó pensando en lo que acababa de proponerle el anciano sabio y, aunque al principio no lograba entender tanta generosidad, terminó dándose cuenta de que era muy poco lo que a él se le exigía. Así que, sin entrar en regateos, permitió que el anciano colmenero de la montaña instalara la colmena en su huerto.

A partir de la siguiente primavera, se pudieron ver las abejas revoloteando sobre los cerezos del huerto. Y, cuando llegó el mes de junio, se cargaron de cerezas de de tal manera, que las ramas se doblaban hasta el suelo, de manera que hasta le resultaba fácil su recolección. El agricultor, arrepentido de su torpe acción de quemar el enjambre, pagó satisfecho fielmente el tercio de su cosecha y recibió a cambio un delicioso cuenco de miel, que paladeaba gustoso con su familia, sabiendo que procedía del néctar de sus propios cerezos.

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