Recuerdos de olor a miel (I)

Jornadas envasando o etiquetando tarros de miel con mis hermanos o amigos de la infancia, momentos de trabajo a solas con mi padre fabricando  o reparando colmenas, mis primeras visitas al colmenar, la castra de las colmenas, percances con las abejas,… son muchos los recuerdos que, con más o menos nitidez, me vienen a la memoria. Recuerdos de mi infancia y adolescencia, ligados a trabajos puntuales propios de cualquier explotación apícola familiar, como la que durante años mantuvo mi padre en «La Ladera».

Durante los próximos meses, intentaré ir contando en este blog algunos de ellos.

Recuerdos de olor a miel (I)

Haciendo memoria el otro día sobre los primeros recuerdos que conservo de mi relación con la apicultura, me vinieron a la mente multitud de imágenes de mi infancia, todas relacionadas, como no podía ser de otro modo, con la explotación apícola que por aquel entonces tenía en «La Ladera» mi padre.

Creo que los primeros recuerdos son de la castra de las colmenas, operación consistente en cosechar la miel, que mi padre solía acometer durante nuestras vacaciones de verano, en agosto. Aunque era una tarea que se repetía anualmente, y en la que a lo largo de los años colaboraron también viejos amigos de mi padre, la primera que recuerdo, aunque vagamente, fue con mis hermanos, mi abuela y mis tías. El recuerdo, en su conjunto, es el de una entrañable jornada de trabajo familiar.

Recuerdo estar metido en una de las habitaciones que llamábamos «cuartos de la miel», en la casa de «La Ladera». Uno de ellos era la sala de extracción, donde estaban los extractores centrífugos, así como una rudimentaria pila con agua para enjuagarse la miel de las manos. Los extractores, que hoy forman parte de la colección del museo del Aula Apícola, eran dos: uno de manufactura casera fabricado por «el tío Carlos», y uno más moderno, de cinc, de La Moderna Apicultura. En el otro «cuarto de la miel», estaban los maduradores, grandes bidones metálicos de doscientos litros donde se almacenaba la miel para su posterior envasado, y la báscula para pesar la cosecha. Piezas, todas ellas, que aún conservo a pesar del paso de casi cuarenta años y que forman hoy parte de nuestra colección.

Recuerdo a mi padre y a Julián, el guarda de la finca, venir de las colmenas con las cajas repletas de cuadros con miel. Yo los veía venir desde dentro del cuarto, por la rendija que dejaba la puerta entreabierta, o a través de la rejilla metálica que impedía que las abejas entrasen por la ventana, abierta debido al sofocante calor, y que proporcionaba la única iluminación del cuarto. Recuerdo a mis tías, mi madre, mi abuela  y a María, la guardesa, repartiéndose en la penumbra de la habitación las tareas de desopercular los panales para que la miel pudiera fluir fuera de las celdillas, selladas con pequeños opérculos de cera por las abejas para proteger el alimento que allí habían almacenado, las de extraer la miel dándole a la manivela del extractor, y las de transportar los cubos que se iban llenando con la miel que caía del extractor, a los maduradores del cuarto contiguo. Mi hermano, mi hermana y yo, supongo que estorbaríamos más que otra cosa, pero recuerdo la ilusión que me hacía que mis tías me dejasen darle a la manivela.

Recuerdo el ajetreo, el zumbido de las abejas, el suelo pringoso por la miel que inevitablemente caía al suelo, y la expectación cada vez que mi padre volvía de las colmenas con un nuevo cargamento de miel. Avanzado el día, tras volver de uno de esos viajes a las colmenas, imagino, sería interpelado con cierta esperanza de dar por concluida la jornada: ¿queda mucha?. Aunque eso, no lo recuerdo. Lo que sí recuerdo es el olor a miel y a cera, que quedó grabado en mi memoria hasta el día de hoy, igual que quedó grabado en la de Clara, mi compañera en la vida y en el Aula, que vivía experiencias similares a más de cuatrocientos kilómetros, en Galicia.

Y es que si hay un olor en mi vida capaz de evocar recuerdos, y siempre bonitos, es sin duda el olor a miel. Un olor, capaz de impregnarme la vida.

Nacho Morando, 16 de febrero de 2.014

Extractor de miel

El viejo extractor de La Moderna Apicultura

 

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